El experimento del “hombre nuevo” del castrismo, ha sufrido muchas mutaciones en el poco más de medio siglo de existencia de la tiranía que lo engendró; pero la peor de todas es la denominada con el nombre científico de “Homo hurribundis energumenus”, espécimen que ha heredado las peores características de los bajos instintos subyacentes en la raza humana. Su denominación usa el “Homo” pues puede ser un eslabón entre el hombre y el energúmeno, pero se le ha añadido el neologismo “horribundo” que significa horrible y nauseabundo, pues su conducta reviste esas características.
El “hurribundis energumenus” existe tanto en el archipiélago cubano como fuera de él y se ha logrado enquistar en varias de las tendencias políticas que caracterizan a los cubanos.
Los horribundos energúmenos declarados abiertamente castristas, se caracterizan por el fanatismo, la chusmería, el lenguaje soez y el uso de la violencia extrema, pero solo cuando se saben protegidos por el poder omnímodo de la tiranía.

(Foto del actor José Coll, impersonando al “hombre nuevo”, retrato vivo del “hurribundis energumenus”)
Su igual fuera de Cuba, reúne las mismas características enumeradas a su igual castrista, pero sufre de un trauma que no se observa en los especímenes de la isla, y es que no ha logrado superar la equivocación cometida, cuando decidió abandonar la manada de sus iguales castristas y esto lo convierte en una fiera nauseabunda que solo sabe berrear epítetos e insultar sin medida y sin respeto. Para él—si no se piensa 100 % como su diminuto y mutado cerebrito—si el objeto de discusión es una mujer, siempre tiene que ser una prostituta promiscua (pero dicho con las palabras más soeces del idioma); y si es hombre, claro está, tiene que ser Hijo de pu…u homosexual (llamandóndolo Mari…) y además desmadrado, cobarde, y todos los epítetos ofensivos que en su incultura haya acumulado.
Es “guapo” pero solo a distancia. Sabe dónde dice peligro y por lo tanto no se arriesga, pero incita a otros a hacer lo que él en su odio cerril quisiera hacer, pero no tiene el coraje de llevar a cabo. Si los aconsejados no le obedecen, se torna irascible y los convierte en objeto de su odio.
Claro que el “horribundo energúmeno” de fuera de Cuba, tiene varias subespecies: Unas son castristas tapiñados, otros son agentones de sus amos comunistas, aunque se pintan como furibundos anti castristas, pero se pueden conocer, porque su furor lo dirigen contra los que le hacen daño a la tiranía. Otros tal vez no sean agentes del castrismo, pero actúan como si lo fueran y no se diferencian en nada de sus iguales de la isla.
Por lo general muchos de estos ejemplares fueron sumisos esbirros del fidelismo en su juventud y se ganaron por eso, la posibilidad de salir a misiones internacionalistas como cooperantes. A muchos de ellos los sorprendió el desmerengue de la URSS y la caída del muro de Berlín mientras cumplían su tarea como cooperantes comunistas y creyeron erróneamente que la tiranía fidelista no sobreviviría a esa catástrofe y se quedaron en los países que estaban, por temor a que si se caía la tiranía castrista, los iban arrastrar en sus pueblos, donde les conocían y aún se recordaban sus tropelías como “guarapitos”, chivatos y abusadores al amparo del poder comunista.
Pasado el tiempo y conscientes de su equivocación, decidieron “abrazar”, aunque solo fuera de mentirita, otras causas—recordar que otras de las características, no solo de esa mutación, sino de todos los “hombres nuevos”, es la de tener varias caras—pero fiel a su ADN original, se comportan fuera de Cuba, aunque defiendan otras ideas, exactamente de la misma odiosa y repugnante manera que lo hacían ellos mismos en Cuba y como lo hacen sus iguales donde quiera que estén y militen, o finjan militar.
Si conoces a alguno de estos especímenes de “Homo Horribundis Energumenus”, húyele como a la peste, porque tarde o temprano te hará objeto de su odio irracional, que lleva incrustado en su mutado cerebro del tamaño de un chícharo.
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